La salud mental en el entorno laboral ha ganado relevancia en los últimos años. Especialmente este 2024, cuando la Confederación de Salud Mental ha elegido como lema para su día Mundial “Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental”. No es para menos. Cada vez más empresas son conscientes de que un bienestar mental sólido mejora la calidad de vida de sus empleados repercutiendo directamente en la productividad y el clima organizacional. Sin embargo, muchas respuestas pecan de no ahondar en la realidad del problema, quedándose en la superficie. La realidad exige respuestas más integrales y efectivas.
El desafío creciente de la salud mental en el trabajo
En España, entre un 11 % y un 27 % de los problemas de salud mental están directamente relacionados con las condiciones laborales, según datos de la Secretaría de Salud Laboral y Medio Ambiente. Estos problemas no solo afectan la vida de las personas, sino también a las empresas. A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que se pierden 12 millones de días laborables cada año por depresión y ansiedad, lo que cuesta a la economía hasta 1 trillón de dólares.
Pero el estrés y la ansiedad no son los únicos factores a considerar. El burnout o agotamiento profesional es uno de los temas clave que dominará las agendas de Personas y Cultura en los próximos años. En los casos más extremos, algunas organizaciones están comenzando a reconocer la necesidad de desarrollar programas de prevención del suicidio. Países como Japón, pionero en la implementación de evaluaciones de estrés regulares, intervienen activamente cuando detectan empleados en riesgo. En Europa, el caso de France Télécom puso el foco en la toxicidad laboral y la importancia de gestionar adecuadamente la salud mental de los trabajadores.
A nivel nacional, aunque aún no existen protocolos específicos, el Síndrome de desgaste profesional (burnout) ya se considera como un problema relacionado con el trabajo y se está estudiando su inclusión como una enfermedad profesional, lo que obligaría a las empresas a reconocer este síndrome como un riesgo psicosocial y a implementar políticas más efectivas para su prevención. Muchas empresas en sectores de alta presión, como el financiero y tecnológico, ya están estableciendo mecanismos de prevención del suicidio.
Más acciones duraderas
Una de las críticas más comunes a las actuales políticas de bienestar en muchas organizaciones es su superficialidad. Para que los programas de salud mental sean efectivos, es necesario un enfoque integral, que abarque no sólo acompañamiento para los empleados, también formación para detectar señales de alerta y, en definitiva, un cambio en la cultura corporativa.
Lejos de centrarse en una única solución, las empresas a la vanguardia de la salud mental han adoptado perspectivas globales, combinando la tecnología, con el apoyo psicológico profesional, la meditación, sistemas de detección temprana del estrés y un soporte constante a través de su equipo de Personas y Cultura. El futuro del bienestar en el trabajo pasa por la adopción de políticas mucho más profundas y con una visión holística, que permita detectar problemas antes de que se conviertan en crisis.
Los beneficios de estas medidas, tanto en términos de bienestar como de rentabilidad, están más que demostrados. Al fin y al cabo, según datos de la OMS, por cada euro invertido en programas de bienestar mental, se obtiene un retorno de cuatro euros en términos de mayor productividad y menores costos médicos.